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La brecha de género: Definición, origen y consecuencias

Pese los avances hechos para alcanzar la igualdad de género en los últimos años, todavía no se ha alcanzado y queda mucho camino por andar para reducir las diferentes brechas de género que existen en la sociedad, algunas de las cuales, fruto de la crisis provocada por la pandemia de Covid-19, han aumentado, provocando así un retroceso. En las siguientes líneas explicaremos qué es la brecha de género, qué tipos existen, cómo se calcula la brecha de género y qué consecuencias tiene.

¿Qué es la brecha de género? Definición

La definición de brecha de género (gender gap) es la diferencia entre las tasas masculina y femenina dentro de una variable concreta. Es decir, se trata de una forma de representar las diferencias entre hombres y mujeres respecto a derechos, recursos u oportunidades dentro de diferentes ámbitos, como pueden ser la política, el trabajo o la educación.

Por lo tanto, no hablamos tanto de una brecha de género, sino de brechas entre hombres y mujeres en diferentes aspectos y ámbitos de la vida y la sociedad. Estas brechas se representan de forma porcentual, como podemos ver, por ejemplo, en la tasa de brecha salarial o en la brecha de género en las pensiones.

¿Qué mide la brecha de género?

El propio significado de brecha de género ya nos dice qué mide esta; la brecha de género mide la diferencia entre hombres y mujeres en el acceso a recursos, oportunidades y nivel de participación en diferentes ámbitos.

Por lo tanto, dependiendo del ámbito que se esté estudiando, podemos encontrar diferentes brechas de equidad de género (como también pueden denominarse), si bien, lo habitual es que se agrupen en cuatro tipos de brechas de género en concreto: economía, salud, educación y política. En estos cuatro ámbitos se mide no solo la capacidad de acceso a los recursos, sino también el nivel de poder y presencia en la toma de decisiones y el nivel de independencia, entre otros.

  • Economía:

Corresponde en parte a las brechas de género en el ámbito laboral, puesto que mide las diferencias entre hombres y mujeres para acceder al mercado laboral, las diferencias salariales, el acceso a puestos directivos, la presencia de mujeres en sectores profesionales emergentes, etc. No solo se trata de medir la brecha de género en el trabajo, sino medirla en diferentes aspectos del ámbito laboral, para poder determinar las diferencias entre mujeres y hombres desde la perspectiva del status económico y aquellos elementos que lo componen.

Gracias a estas mediciones, se puede constatar, entre otras, la brecha de género en el mercado laboral, los trabajos donde el hombre cobra más que la mujer o la infrarrepresentación femenina en puestos de dirección.

  • Salud:

La brecha de desigualdad de género en el ámbito de la salud se ocupa de analizar aspectos como la esperanza de vida, la visión androcéntrica de la mayoría de estudios médicos y biomédicos, los servicios de salud sexual y reproductiva, el acceso a los servicios de salud, etc.

  • Educación:

Por su parte, la brecha de género en la educación mide especialmente el acceso a los niveles básicos y a los niveles superiores de educación que tienen las mujeres en aquellos países donde se realizan estas mediciones. También se miden aspectos como el acceso a nuevas tecnologías, especialmente las vinculadas a la informática, para determinar la existencia de una brecha de género digital.

  • Política:

Finalmente, la brecha de género en el ámbito de la política trata de examinar la diferencia en la que hombres y mujeres están representados en las organizaciones que toman decisiones para toda la sociedad, es decir, la tasa de mujeres en el ámbito político, en todas sus vertientes, desde lo local a lo nacional e internacional.

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¿Por qué existen las diferentes brechas de género?

Ahora que ya sabemos qué significa la brecha de género, ¿por qué existen esas brechas en los distintos ámbitos de la sociedad?

Lo cierto es que las causas detrás de las brechas de género son varias, aunque muchas de ellas tienen su raíz en los sesgos y estereotipos de género que la sociedad todavía arrastra (en diferentes grados según la tradición y herencia cultural de cada país) y todavía nos hacen pensar en trabajos (o carreras o estudios o profesiones) para mujeres y para hombres, que las mujeres no están capacitadas para ocupar puestos de liderazgo, o que los cuidados del hogar y de los hijos son responsabilidad de las mujeres, algo que queda patente si comprobamos que todavía son ellas las que más tiempo dedican a estas tareas o las que más jornadas reducidas tienen por este motivo.

Cuando las mujeres no pueden acceder en igualdad de condiciones a la educación y, posteriormente, al mercado laboral, se genera una desigualdad consecuente en el acceso a los recursos y, por tanto, en su independencia económica. Así mismo, la ausencia de mujeres en puestos de liderazgo y poder, sean estos en el ámbito político o en el económico, genera una falta de modelos para las futuras generaciones, lo que puede llevar a perpetuar ese pensamiento de que las mujeres no valen para ocupar determinadas posiciones, contribuyendo a que la brecha de género en esos ámbitos siga existiendo.

Ejemplos de brecha de género

Ya sabemos en qué consiste la brecha de género, pero para ilustrar mejor este artículo, a continuación podéis encontrar varios ejemplos de brecha de género que se producen a día de hoy, especialmente en el ámbito laboral, pero no solo en este, y que son indicadores de lo expuesto en el punto anterior:

  • Las mujeres representan solo el 26,1% de puestos políticos en el mundo.
  • Las mujeres en España ganan un 20% menos que los hombres.
  • Las mujeres tienen mayor dificultad para acceder a contratos indefinidos o de jornada completa.
  • La presencia de mujeres en puestos directivos en España en empresas del Ibex 35 es solo del 6,1%.
  • La tasa femenina es mayor que la masculina.

¿Cómo se mide la brecha de género?

La brecha de género, en cualquier de los ámbitos que hemos señalado más arriba, se mide obteniendo la diferencia existente entre hombres y mujeres en cuanto a los derechos que tienen, el acceso a los recursos y las oportunidades, así como de su nivel de poder y toma de decisión en la sociedad.

Pero para saber cómo se mide la brecha de género, primero debemos conocer qué son los indicadores de género, puesto que sin ellos no podríamos ni calcularla ni medirla.

Los indicadores de género

Los indicadores pueden describirse como un punto de referencia contra el cual se pueden evaluar los cambios a lo largo del tiempo. Así, un indicador de género sirve para medir los cambios relacionados con el género a lo largo del tiempo, es decir, la situación de hombres y mujeres y la brecha resultante entre ellos en diferentes ámbitos.

Con un indicador de sensibilidad de género estamos tratando de reflejar una comprensión de los roles de género y desigualdades para fomentar la participación equitativa, incluida la distribución equitativa y justa de los beneficios.

Un indicador sensible al género requiere que las actividades se diseñen primero para reflejar una comprensión de desigualdades y roles de género, antes de que pueda medir la distribución equitativa y justa de los beneficios.

Los indicadores de género pueden basarse en:

  • Datos estadísticos cuantitativos, desglosados ​​por sexo.
  • Cambios cualitativos, por ejemplo, juicios y sentimientos, o percepción, en los que los sesgos de género tienen mayor peso.

Las mediciones de la igualdad de género pueden abordar los cambios en las relaciones entre hombres y mujeres, bien producidos a lo largo del tiempo como consecuencia de la evolución de la sociedad y los posibles cambios culturales que puedan producirse en ella, o bien como consecuencia de políticas, programas o medidas de igualdad promovidos para producir dichos cambios en el estado o situación de hombres y mujeres.

Los ratios de género pueden ser cuantitativos o cualitativos. Con indicadores cuantitativos estamos viendo datos desagregados por sexo y su cambio a lo largo del tiempo.

Algunos ejemplos:

  • Cambios en la proporción de población adulta que posee un activo (por ejemplo, tecnología), por sexo.
  • Nuevos empleos / aumento del empleo en un sector por sexo, en comparación con un período anterior.
  • Número promedio de horas dedicadas a pago y trabajo no remunerado en el sector combinado por sexo.

Porcentaje de aumento en el crédito disponible para mujeres para comprar tecnología o insumos en el sector en comparación con los hombres, y en comparación con el porcentaje de mujeres a hombres 5 años antes.

brecha de género

¿Cómo se calcula la brecha de género?

Cuando hablamos de las situaciones y ámbitos que intenta medir la brecha de género en la sociedad, calcularla puede resultar complejo, puesto que se debe tener en cuenta que en muchas ocasiones los datos no pueden cogerse en bruto, sino que es necesario aplicar la perspectiva de género sobre ellos, tal y como hacemos, por ejemplo, al valorar los puestos de trabajo con perspectiva de género, para determinar si hay o no algún sesgo o estereotipo que pueda provocar una discriminación salarial entre mujeres y hombres que desempeñan trabajos iguales o de igual valor.

Pero dejando a un lado esta consideración, la forma habitual para calcular la brecha de género es restar a la tasa femenina la tasa masculina en aquello que estemos midiendo y el resultado nos da la diferencia en puntos porcentuales.

Por ejemplo, si tenemos una tasa de paro femenina del 42% y una masculina del 28% (cifras ficticias), la brecha de género es de 14 puntos porcentuales. Puesto que el signo es positivo, nos dice que la tasa de paro es más alta en mujeres que en hombres.

El Índice de Desigualdad de Género (IDG) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) o el Índice de Brecha de Género (IBG) del Foro Económico Mundial, son dos de los índices internacionales que miden la brecha de género en el mundo.

¿Cuáles son las consecuencias de la brecha de género?

Las consecuencias de la brecha de género nos afectan a todos, como muestran estos ejemplos de desigualdad, aunque es cierto que no de la misma forma ni en la misma medida, incluso entre las mujeres se puede experimentar esta brecha de forma diferente cuando existen, además, otras discriminaciones.

Las culturas de dominación masculina conducen a la subordinación e incluso a la exclusión de muchas mujeres, y también de muchos hombres que no se ajustan a las formas de masculinidad hegemónicas. Esto efectivamente deja de lado a más de la mitad del talento, la experiencia y el conocimiento del mundo, dejando a nuestras sociedades operando por debajo del 50% de su capacidad.

Mirando específicamente a las mujeres: existe un creciente y convincente conjunto de evidencia que muestra que las mujeres no solo llevan la peor parte de la pobreza, sino que el empoderamiento de las mujeres es una condición previa central para su eliminación.

La brecha de género también afecta a la producción

La brecha de género también afecta a la producción mundial, tal y como recogen los estudios hechos por el Foro Económico Mundial, que establecen que la incorporación de las mujeres a los procesos productivos aumentaría el producto interior bruto de los países en gran medida.

Que parte de la fuerza laboral que representan las mujeres no se haya incorporado al mercado laboral lastra la producción de los países, especialmente de aquellos donde su presencia es todavía mínima, puesto que una parte sustancial de esa fuerza laboral no participa en los procesos de producción.

El impacto de la pandemia de Covid-19 en la brecha de género

España retrocedió levemente en cuanto a igualdad de género en el IBG de 2021 respecto a 2020 y una de las causas detrás de este retroceso fue, precisamente, el impacto que la pandemia de Covid-19 tuvo en la economía española; por ejemplo, los ERTE afectaron más a mujeres que a hombres.

La salida de la crisis tampoco está siendo igual para mujeres y hombres, puesto que la tasa de paro ha decrecido más entre los hombres que entre las mujeres (dentro de la UE, la tasa de empleo aumentó un 1,4% entre los hombres, mientras que en las mujeres fue solo del 0,8%). Además, a las mujeres les cuesta más reincorporarse al mercado laboral después de perder sus puestos de trabajo o verse obligadas a ello por diferentes razones, como por ejemplo, los cuidados de hijos o familiares dependientes.

Hay que tener en cuenta también que se perdieron muchos empleos en sectores muy feminizados aún, como el de los cuidados, la hotelería o la limpieza (es evidente que todavía existe una división sexual del trabajo y las consecuencias de la pandemia se han sentido más en unos sectores que en otros).

La brecha de género en el mundo

El Foro Económico lleva 16 años publicando su Informe anual de Brecha Global de Género, que abarca las cuatro áreas que hemos descrito más arriba, además de presentar datos por regiones y países y estudiar las tendencias en igualdad de género a nivel global y en cada uno de ellos. Pese a que en esos años la desigualdad de género se ha ido reduciendo progresivamente, en los dos últimos informes se ha detectado un retroceso en algunas de las áreas, en gran medida debido al impacto que ha tenido la pandemia de Covid-19 en el mundo.

Sin embargo, el último Informe de la brecha de género 2022, arroja datos positivos respecto a la reducción de la brecha de género en las diferentes áreas que se analizan en los 146 países que han formado parte del informe, aunque también sigue mostrando que aún nos queda un largo camino por recorrer, puesto que la igualdad de género todavía no se ha alcanzado completamente en ningún país del mundo.

Algunas cifras extraídas de las conclusiones del Index Gender Gap 2022:

  • Siguiendo con el progreso actual, se tardarán 132 de años en alcanzar la igualdad de género en todo mundo. Si bien el dato es mejor que en el informe de 2021, cuatro años menos, sigue siendo más elevado que respecto al informe de 2020, donde se situaba en el 100 años.
  • Las 10 economías más importantes del mundo ha conseguido cerrar su brecha de género en al menos un 80%. Islandia sigue liderando el ranking con un 90,8% de su brecha de género reducida, seguida de Finlandia (86%) y Noruega (84,5%).
  • Teniendo en cuenta la evolución global a lo largo de las diferentes ediciones del Informe para los 102 países que siempre han formado parte de él, se tardará 155 años en cerrar la brecha de género en política y poder, 151 años en participación económica y oportunidades y 22 años en educación. En cuanto a la brecha de género en salud y supervivencia, ha quedado indefinida, debido al estancamiento que sufre esta medición.
  • El ámbito laboral la paridad de género en 2022 se sitúa el 62,9%, siendo uno de los niveles más bajos registrados por este índice, manteniéndose más altas las tasas de paro femenino.
  • La presencia de mujeres en gobiernos se ha situado en 2022 en un 16,1%, mientras que la presencia de mujeres en parlamentos ha alcanzado el 22,9%.

La brecha de género en España

España ha hecho grandes avances para reducir la brecha de género que existe en diferentes ámbitos de la sociedad, especialmente en el ámbito laboral, puesto que este tiene una especial repercusión en la sociedad.

En el último Índice de Brecha de Género (correspondiente a 2022), España ocupa el puesto 17 de un ranking compuesto por 146 países, con una tasa de igualdad del 78,8%; aunque los datos son buenos, lo cierto es que España ha perdido 3 posiciones en el ranking respecto a 2021, aunque manteniendo la misma puntuación.

¿Qué medidas se han tomado para reducir la brecha de género?

La existencia de diferentes brechas de género, como hemos visto a lo largo de este artículo, y la toma de conciencia de las mismas, han traído consigo la elaboración de distintas leyes y reglamentos para hacer que diferentes tipos de organizaciones, incluidas las empresas, apliquen medidas que contribuyan a reducir y, finalmente, eliminar esas brechas de género.

En el ámbito laboral, que es el que más nos ocupa en el blog de Grupo Atico34, estas son algunas de las medidas más importantes que se han tomado para combatir la brecha de género:

  • Registro salarial obligatorio y auditoría salarial para determinar las causas de la brecha salarial en las empresas y reducirlas hasta hacerlas desaparecer.
  • La obligación de tener plan de igualdad en empresas con más de 50 trabajadores para aplicar medidas que conduzcan a alcanzar la igualdad de género en los centros de trabajo.
  • Elaboración obligatoria de protocolos contra el acoso sexual y el acoso por razón de sexo en el trabajo, para acabar con estas conductas en el entorno laboral.
  • Bajas de maternidad y paternidad con la misma duración, para acabar con la discriminación que las mujeres que deciden ser madres han venido sufriendo a lo largo de los años.
  • El complemento para reducir la brecha de género en las pensiones, consecuencia de las diferencias salariales entre mujeres y hombres y de que ellas han sido mayoritariamente las que han parado su carrera profesional para dedicarse al cuidado de los hijos.
  • Medidas de acción positiva para fomentar la contratación de mujeres.

En definitiva, la brecha de género es una realidad que afecta a todos los países del mundo en mayor o menor medida, dependiendo de su nivel de avance en igualdad de género. Su reducción y eliminación depende de muchos factores, y aunque en muchos países se dan pasos en la dirección correcta, acabar con la brecha de género en todo el mundo, de acuerdo al IBG, nos llevaría 132 años.

Medidas como la formación en igualdad de género en empresas, la aprobación de leyes que defiendan y fomenten la igualdad de género, la concienciación de la sociedad a través de todos los niveles educativos, la aplicación del enfoque de género (como en estos 10 ejemplos de perspectiva de género), etc., son pasos necesarios y fundamentales, que desde diferentes ámbitos de la sociedad se pueden dar, para avanzar en la dirección correcta.

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