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Pérdida de privacidad y sus consecuencias

El desarrollo de las nuevas tecnologías y de internet en las últimas décadas ha propiciado que compartamos mucha información personal, a veces de forma consciente, otras veces de manera inconsciente, y en muchas ocasiones sin saber el verdadero alcance y consecuencias que tiene para nuestra privacidad y, por extensión, para nuestra seguridad. En este artículo abordamos la pérdida de privacidad y sus consecuencias en una sociedad que, pese a ser más o menos consciente de los riesgos que supone ceder datos personales, sigue «viviendo de puertas virtuales hacia fuera».

¿Qué es la pérdida de privacidad?

Podríamos definir la pérdida de privacidad como la exposición de parte de nuestras vidas y de quiénes somos ante el ojo público. Pese a que existen leyes que la protegen y el derecho a la privacidad está consagrado en la Constitución, el desarrollo de internet, la irrupción de las nuevas tecnologías y la llamada economía de los datos, ha hecho que la pérdida de privacidad sea más pronunciada, especialmente cuando hablamos de la privacidad digital y la consecuente pérdida de privacidad en internet.

Es innegable que la pérdida de privacidad está estrechamente relacionada con el desarrollo de internet, la llegada de los smartphones, el poder estar conectados a la Red 24/7 y ese miedo a perdernos algo (o FOMO por sus siglas en inglés). Y aunque ahora asociamos la pérdida de intimidad en internet a las redes sociales, ya que muchos de los problemas de privacidad en internet se derivan del mal uso de las mismas y, ciertamente, encontramos las principales causas de la pérdida de privacidad en las redes sociales, esa predisposición a compartir nuestras vidas viene de atrás, de la época de los blogs personales y los fotologs, del ya extinto MySpaces, que fueron las primeras plataformas que se usaron para compartir el diario de nuestras vidas.

Pero estas son solo formas voluntarias y conscientes en las que perdemos privacidad en internet, puesto que somos nosotros quienes decidimos compartir nuestra información personal con otros, conocidos y completos desconocidos en las redes sociales y otras plataformas.

Existe también una pérdida de privacidad menos consciente o inconsciente, que es la que afecta a la privacidad de datos, esa que se produce cuando para acceder a un servicio, una app o simplemente al navegar, cedemos nuestros datos personales, esos mismos datos que se recopilan, analizan y cruzan entre sí para obtener más información personal y crear perfiles de usuario/consumidor, para ofrecernos publicidad, recomendaciones, opiniones, etc., más acordes a nuestros intereses, gustos, hobbies y opiniones.

Y si en apariencia la pérdida de privacidad puede parecernos relativamente inocua (no somos más que uno entre millones, personas «anónimas» sin mayor relevancia que para las personas cercanas a nosotros o de nuestro círculo y por qué nadie se iba a molestar en hacerse con nuestra información personal), lo cierto es que tiene consecuencias, consecuencias derivadas de los diferentes riesgos a los que estamos expuestos al usar internet y compartir nuestras vidas y nuestros datos.

¿Cómo sucede la pérdida de privacidad?

La respuesta a esta pregunta de cómo sucede la pérdida de privacidad en internet está directamente relacionado con estos riesgos que hemos mencionado. Y ¿cuáles son esos riesgos para perder la privacidad en la Red?

En el blog de Grupo Atico34 ya os hemos hablado en otros artículos de los diferentes riesgos en internet que están asociados y son la respuesta a la cuestión de cómo sucede la pérdida de privacidad, por lo que en esta ocasión solo listaremos los más habituales y destacados:

  • Oversharing o compartir demasiada información personal en redes sociales, especialmente si tenemos el perfil público.
  • Suscribirnos a servicios gratuitos en el que la moneda de cambio son nuestros datos personales.
  • No controlar la finalidad con la que se recaban nuestros datos ni a qué terceros son cedidos estos en páginas web y redes sociales.
  • No configurar las opciones de privacidad en las redes sociales, páginas web y otro tipo de plataformas.
  • Compartir fotos sin eliminar metadatos, que pueden indicar nuestra localización.
  • Etiquetar personas en fotos y publicaciones en perfiles públicos.
  • Caer en trampas de phishing, smishing o vishing.
  • Realizar compras online en páginas no seguras o de dudosa reputación.
  • Descargar aplicaciones de sitios no oficiales.
  • No comprobar qué permisos y datos usan las apps que descargamos e instalamos en nuestros móviles.
  • Vincular nuestras cuentas en redes sociales.
  • Sharenting, compartir demasiada información sobre nuestros hijos en redes sociales.
  • El IoT (internet de las cosas) y la información personal que capta sobre nosotros y comparte con no sabemos muy bien quién y dónde puede acabar, ya que la seguridad de estos dispositivos todavía es débil y puede dejar nuestros datos muy expuestos.
  • La actividad de hackers dedicados al robo de datos e información personal.

Todos estos riesgos conducen a la pérdida de privacidad, puesto que dejan expuesta nuestra información personal a diferentes tipos de actores y, cómo veremos a continuación, la pérdida de privacidad puede tener serias consecuencias, no en vano privacidad y seguridad en internet van de la mano.

pérdida de la privacidad

¿Cuáles son las consecuencias de la pérdida de privacidad?

Las consecuencias de la pérdida de privacidad son varias y pueden afectar a nuestra vida de diferentes formas.

De partida, una de las consecuencias más graves de la pérdida de privacidad es el riesgo que supone para nuestra seguridad, tanto digital como física. Publicar información de nuestra vida diaria en redes sociales, puede facilitar que otras personas conozcan nuestras rutinas, dónde vamos cada día y a qué hora hacemos determinadas actividades, lo hace que sea relativamente fácil localizarnos o saber cuándo no estamos en casa, lo que nos puede poner en riesgo a nosotros mismos (el ciberacoso es un problema muy real que sufren muchas personas) o las personas de nuestro entorno.

Toda esa información que compartimos, puesta en relación, puede usarse para suplantar nuestra identidad, de cuyas consecuencias y peligros ya os hemos hablado en otros artículos; desde el daño de la imagen, el robo de cuentas o dinero, hasta la realización de fraudes o estafas en nuestro nombre.

Exponernos a la mirada pública también puede tener consecuencias para nuestra vida profesional; las empresas están cada vez más pendientes de lo que publicamos en redes sociales, puesto que es un reflejo de quiénes somos y cómo nos comportamos, algo que puede o no gustar a nuestro empleador o futuro empleador, incluso podemos revelar información que nos puede poner en un aprieto, como le ocurrió a Kelvin Colvin en 2007, un becario bancario estadounidense que decidió saltarse el trabajo un día para irse de fiesta; a la empresa le dijo que era por una emergencia, pero el engaño quedó expuesto cuando Kevin publicó una foto en la fiesta y esta llegó a sus compañeros de trabajo a través de Facebook y de ahí a su jefe y de ahí al despido.

Otra de las consecuencias de la pérdida de la privacidad es aquella que aprovecha nuestros datos personales para tratar de manipularnos e influir en nuestras decisiones. La publicidad programática, aquella que se hace en base a nuestros gustos e intereses (y que es posible gracias a la cantidad de información personal que vamos dejando y cediendo cuando navegamos por la Red y que se emplea para crear perfiles de usuarios), tiene más posibilidades de conseguir que hagamos la acción deseada, como comprar un producto o suscribirnos a un servicio. Y esto es así porque, aunque por defecto ya prestamos poca atención a los anuncios que aparecen en internet, lo cierto es que si estos son sobre aquello que nos puede interesar, es más probable que les dediquemos una mirada, incluso un clic.

Pero esta manipulación no se limita a la publicidad, también está presente en los temas que se «decide» que son de actualidad (antes, en la era de los medios convencionales, hablábamos de la agenda setting, ahora, en la época de las redes sociales, esa decisión la toma un algoritmo, que no deja de estar sesgado, además, por quiénes lo programan) y, por extensión, en lo que se discute y en las opiniones, en cómo se construyen y cómo se guían, cómo se nos presentan siempre discursos que resuenan con lo que pensamos nosotros, o cómo se aprovecha para hacer creíbles las fake news (los bulos).

La pérdida de privacidad también puede tener consecuencias para la salud mental y física de las personas, especialmente quienes la sufren de manera involuntaria, es decir, cuando alguien comparte información personal de otra persona que pueda acabar perjudicándola. Esto es más habitual cuando se busca hacer daño a esa otra persona, pero a veces puede ocurrir sin esa mala intención inicial.

En el primer caso, podemos hablar del doxxing, que es la práctica de exponer en internet, a la vista de todo el mundo, información privada de una persona, con el objetivo de que se la acose (se publican nombre y apellidos, dirección del domicilio, perfiles en redes sociales, dirección del trabajo, etc.). Y también podemos señalar compartir información de carácter personal, confidencial y/o íntima entre, aparentemente unos pocos, pero que acaba llegando a mucha gente o viralizándose en internet. Sea como sea, las consecuencias que esto puede tener para quien lo sufre pueden ser muy graves, como hemos dicho, generar problemas de salud mental y físicos y, en los peores casos, conducir al suicidio.

Consecuencias de la pérdida de privacidad para las empresas

Las empresas tampoco se libran de las consecuencias de las pérdidas de privacidad, especialmente cuando la privacidad que ponen en riesgo es la de sus clientes y/o usuarios. Ya lo dijimos al principio, hay leyes que protegen la privacidad y el derecho a la privacidad, incluida la privacidad digital, y entre esas leyes, las más restrictivas son el RGPD y la LOPDGDD, garantes de la protección de datos de los ciudadanos españoles, de la UE y el Espacio Económico Europeo.

Las empresas que no cumplen con la normativa de protección de datos, se enfrentan a cuantiosas sanciones económicas (no olvidemos que el RGPD prevé multas de hasta 20 millones de euros o el 4% de la facturación anual para quienes lo infringen), además de la pérdida de confianza y, por extensión, de clientes o usuarios, que supone vulnerar la protección de datos, tanto de forma voluntaria (no cumpliendo con la ley) como de forma involuntaria (sufriendo brechas de seguridad que derivan en filtraciones de datos personales masivas).

tarifas proteccion datos

Casos reales de pérdida de privacidad

Veamos algunos casos reales de pérdida de privacidad y las consecuencias que han tenido:

  • Meta (antes Facebook) se enfrenta actualmente a varias multas de cientos de miles de euros impuestas por la agencia de protección de datos de Irlanda por vulnerar en diferentes ocasiones el RGPD, es decir, por no cuidar la privacidad de los datos personales de sus usuarios (que para la compañía no dejan de ser una moneda de cambio más, por mucho que insistan en lo contrario).
  • A Uber le robaron datos personales de 57 millones de usuarios, algo que no comunicaría hasta un año después, con las consecuencias que para la privacidad y seguridad de esos usuarios podría tener. Aparte de las consecuencias legales, se dice que Uber habría pagado cien mil dólares a los piratas informáticos que robaron la información para que la destruyeran.
  • Aunque no es un caso concreto, todos los que recibimos spam en nuestra bandeja de correo electrónico, lo hacemos porque nuestra dirección de email ha quedado expuesta en algún momento (puede que por nosotros mismos, sin darnos cuenta, o puede que como fruto de una filtración de datos).
  • Seguramente todavía recordéis el escándalo de Cambridge Analytica y cómo esta compañía explotó miles de datos de usuarios de Facebook para influir en las campañas electorales de diferentes países.
  • A Google le costó varias demandas finalmente difuminar rostros y fachadas de casas en las imágenes de Google Street View, puesto que al principio no se preocupaba mucho de la información que podría estar revelando de una persona que aparecía en esta plataforma.
  • Más en consecuencias personales, todos recordamos aún el caso de la trabajadora de IVECO que se suicidó como consecuencia de las imágenes íntimas de ella que fueron compartidas entre los empleados de la planta en la que trabajaba. Este es solo un ejemplo de las consecuencias más grave que puede tener la pérdida de privacidad para aquellas personas que ven partes de su vida privada expuestas en redes sociales.

¿Cómo evitar la pérdida de privacidad?

Evitar la pérdida de privacidad pasa, a nivel de usuario, por ser más cuidadosos con la información personal que compartimos y dónde y con quién la compartimos, por limitar esa exposición de nuestras vidas en redes sociales, por tener un mayor control sobre los datos personales que cedemos a cambio de servicios online (leer las políticas de privacidad y las políticas de cookies es un primer paso muy importante en esa dirección).

También pasa por tomar medidas de seguridad, como el uso de contraseñas únicas y robustas para cada una de nuestras cuentas de usuarios, por tener instaladas soluciones de seguridad (como antivirus y firewall), por configurar los ajustes de privacidad de nuestras cuentas y perfiles de usuario, por no pulsar en enlaces sospechosos o descargar archivos de procedencia dudosa, por realizar compras online solo en tiendas seguras, por, en definitiva, ser más conscientes de la información personal que compartimos y tener un mayor control sobre ella.

Pero cómo hemos visto, las empresas (y otras organizaciones) también tienen un papel esencial para evitar la pérdida de privacidad, ya que ellas son responsables de proteger la información personal que les cedemos o comunicamos, y esa responsabilidad es un mandato legal que deben cumplir si quieren evitar tanto el coste económico de la pérdida de información y las correspondientes sanciones, como de la pérdida de reputación, confianza y clientes o usuarios.

Para las empresas, ese primer paso está en cumplir con la normativa de protección de datos, adecuarse al RGPD y la LOPDGDD para garantizar que los datos de sus clientes o usuarios están protegidos y que su privacidad también es importante para ellas.

En definitiva, evitar la pérdida de privacidad y sus consecuencias es una tarea que compartimos ciudadanos y empresas.

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