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Parentalidad positiva. Definición, características y beneficios

En una sociedad en constante evolución, la forma en que se crían y educan los hijos sufre cambios para adaptarse a nuevas realidades y valores. Es el caso de la denominada parentalidad positiva.

En este artículo explicaremos qué es la parentalidad positiva, cuáles son sus principales características y qué beneficios aporta, entre otras cuestiones.

¿Qué es la parentalidad positiva?

La parentalidad positiva es una forma de crianza y educación de los hijos basada en el interés superior del niño, cuyos pilares básicos son el afecto, el apoyo, la comunicación, el acompañamiento y la implicación en la vida cotidiana de los hijos.

La parentalidad positiva se contrapone así a la parentalidad basada en el control autoritario de los progenitores o tutores y en la obediencia rígida de las normas impuestas por estos, que en ocasiones parecen arbitrarias, ya que no se explica el por qué de su necesidad.

Eso no quiere decir, como veremos más adelante, que la parentalidad positiva suponga una ausencia absoluta de normas y límites o de ningún tipo de control parental, ni mucho menos, pero la forma en que estos se generan y transmiten a los hijos es diferente. Puesto que la parentalidad positiva tiene como fin promover relaciones afectivas y respetuosas entre todos los miembros de la familia, estableciendo para ello un vínculo de apego seguro, caracterizado por fuertes lazos afectivos, donde los castigos, físicos o psicológicos, no tienen cabida.

Características de la parentalidad positiva

Aunque la crianza y educación de los hijos depende del modelo familiar adoptado, existiendo muchos y diversos (determinados por diferentes valores culturales y sociales, por lo heredado de generaciones anteriores y por lo aportado por las actuales), cuando hablamos de parentalidad positiva, podemos señalar una serie de características o principios generales que conforman los pilares básicos sobre los que se sustenta este modelo.

Características parentalidad positiva

En concreto:

  • Vínculos afectivos cálidos, protectores y estables para que los niños se sientan aceptados y queridos. Esto supone fortalecer continuamente los vínculos familiares a lo largo de los años, pero siempre mostrando ese afecto y cariño hacia los hijos.
  • Tener un entorno estructurado que servirá como guía y modelo para que los menores aprenden las normas, valores y límites necesarios para convivir en sociedad. Implica establecer rutinas y hábitos en las actividades del día a día en las que se produce este aprendizaje.
  • Estimulación y apoyo del aprendizaje de los niños, tanto en la escuela como fuera de ella. Se trata de prestar atención a sus habilidades y capacidades, a los conocimientos que van adquiriendo y a fomentar su motivación, reconocer lo que están consiguiendo y que ellos mismos se sientan orgullosos de sus avances y logros. No es tanto alabar sus logros, sino seguir estimulando y apoyando su aprendizaje y avances, a través del reconocimiento de lo que ya han conseguido.
  • Reconocer el valor de los hijos, en el sentido de interesarse por su mundo, sus vivencias y experiencias, validándolas e implicándose en sus preocupaciones, inquietudes y necesidades. También es hacerles ver que tenemos en cuenta sus puntos de vista y opiniones en los asuntos que les conciernen a ellos y al conjunto de la familia. De esta forma irán tomando parte activa y responsable en la toma de decisiones.
  • Capacitación de los hijos para potenciar su percepción sobre la capacidad que tienen para cambiar las cosas e influir sobre los demás. Para ello es necesario escucharlos y ayudarles a interpretar y reflexionar sobre los mensajes que reciben desde otros ámbitos, como la escuela, sus compañeros, los medios de comunicación, etc. También es fomentar su autoestima y seguridad, para que sean capaces de poder dirigir su propia vida y tomar sus propias decisiones.
  • Educación sin violencia, es decir, los castigos físicos y psicológicos degradantes quedan completamente excluidos de este tipo de parentalidad, puesto que se considera el castigo corporal como una violación del derecho del menor sobre su integridad física y dignidad humana.

En definitiva, la parentalidad positiva entiende a los hijos como individuos de pleno derecho y a la crianza como la forma de guiar y potenciar el desarrollo de estos a todos los niveles, siempre desde el afecto, la seguridad y el fomento de su autonomía, marcando unos límites y normas claros y explicados, donde la disciplina no es cuestión tanto de obediencia debida, sino de entender dichos límites y normas y su necesidad para una convivencia adecuada.

Beneficios de la parentalidad positiva

Desde la promoción y prevención de la parentalidad positiva se obtienen diferentes beneficios, tanto a los propios menores como a sus padres, así como a la sociedad en su conjunto, tal y como han puesto diversos estudios sobre este modelo de parentalidad.

Respecto a los menores, estos crecen sintiéndose seguros, protegidos, queridos y aceptados, además de tener una mejor autoestima y autonomía, respetando los límites y las normas para una convivencia en sociedad, además de ser capaces de establecer límites a los demás.

Beneficios parentalidad positiva

Gracias a la parentalidad positiva, los padres no entran en conflicto constante con sus hijos y en el hogar se consiguen desarrollar relaciones más saludables y armónicas.

En cuanto a la sociedad, como hemos dicho, la parentalidad positiva favorece un mejor clima familiar, con un entorno afectivo y estructurado, en el que se valoran las opiniones, inquietudes y necesidades de los hijos, lo que propicia un desarrollo psicológico saludable de los menores. Diversos estudios científicos han demostrado que cuando las instituciones promueven y apoyan políticas para que las familias pongan en práctica la parentalidad positiva, esto produce un ahorro en, entre otros, los sistemas de salud, judicial y educativo.

Ejemplos de parentalidad positiva

Son ejemplos de parentalidad positiva las reuniones familiares en la que se discuten problemas o situaciones que involucran a todos los miembros de la unidad familiar y en las que todos son escuchados y sus opiniones tenidas en cuenta a la hora de llegar a un acuerdo que sea favorable para toda la familia.

La implicación en la vida escolar de los hijos, interesándose sobre el proceso educativo y lo que estos aprenden en la escuela.

Dedicar tiempo a realizar actividades con los hijos, un tiempo que no debe ser interrumpido por otras personas o tareas. Se trata de compartir una actividad entre los hijos y los padres, que disfruten ambos (aquí, por ejemplo, entra en juego la muy necesaria conciliación familiar y laboral, puesto que la actividad profesional en muchos casos limita considerablemente el tiempo que se puede dedicar a los hijos).

Son también actividades de parentalidad positiva la creación de límites y normas basados en la responsabilidad y las consecuencias de nuestros actos, en cómo estos repercuten en los demás (tanto los derivados de comportamientos positivos como negativos). Una forma de llevarlo a cabo sin recurrir al castigo físico o psicológico es, en el caso de haber causado un daño, hacer que el menor restituya dicho daño.

La parentalidad positiva también implica a las instituciones públicas

La parentalidad positiva no es solo cosa de las familias, de hecho el apoyo de diferentes ámbitos de la sociedad es sumamente importante para poder desarrollar de manera efectiva este tipo de modelo de crianza y educación, especialmente porque ni todas las familias son iguales ni todas cuentan con los mismos recursos ni viven y se desarrollan en los mismos entornos. Hay agentes externos y situaciones ajenas que influyen notablemente en el desarrollo de las familias en general y de los hijos en particular.

Por ello, la parentalidad positiva y las políticas locales de apoyo a las familias son dos conceptos que deben ir de la mano y desde hace varios años las administraciones públicas, en especial los ayuntamientos, tienen diferentes programas enfocados a promover este modelo de parentalidad o, cuanto menos, de facilitarlo. Incluida la puesta a disposición de los padres herramientas como la Escala de Parentalidad Positiva, un cuestionario que permite que los padres evalúen sus competencias parentales en cuatro áreas: vínculo, formación, protección y reflexión (se trata de un cuestionario cuyos resultados son sesgados y necesitan de la revisión posterior de un profesional).

Así mismo, desde el Estado se crean y promueven iniciativas, proyectos y leyes encaminados a facilitar este tipo de modelos familiares, como puede ser la promoción de los programas en apoyo de la corresponsabilidad de género (como el Plan Corresponsables) o promover en organizaciones públicas y privadas la creación y fomento del plan de conciliación familiar y laboral.

Así mismo, desde el Estado se han creado diferentes guías sobre de parentalidad positiva destinadas a las administraciones locales, que son aquellas que pueden tener un contacto más estrecho con las familias y sus realidades.

Algunos de estos programas de parentalidad positiva disponibles en PDF son:

Por citar algunos ejemplos de programas, servicios o proyectos que se pueden llevar a cabo desde las administraciones locales para fomentar la parentalidad positiva tenemos:

  • Mediación familiar
  • Centros y servicios sociales especializados para proporcionar información, asesoramiento e intervención para mujeres, menores y familia
  • Servicios y centros de día
  • Servicios de ocio y tiempo libre
  • Escuelas infantiles
  • Ludotecas
  • Centros de juventud
  • Servicios de ayuda a domicilio
  • Talleres para educar la corresponsabilidad en la vida familiar (no muy diferente a lo que ya se hace dentro de la educación para la igualdad)
  • Educación grupal de padres y madres para el desarrollo de competencias y habilidades parentales y personales
  • Programas de cooperación e integración familia-escuela-barrio
  • Promover el ocio familiar compartido
  • Favorecer las relaciones intergeneracionales
  • Favorecer la sensibilización y respeto a los derechos de los mejores

En definitiva, la parentalidad positiva es cosa de las familias, las instituciones y de la sociedad en su conjunto.

10 consejos para una parentalidad positiva

Finalmente, cerramos este artículo con 10 consejos de la ONG Save the Children para una educación basada en la parentalidad positiva:

  • Los menores tienen derecho al cuidado y una guía apropiados
  • La educación y crianza debe basarse en conocer, proteger y dialogar
  • El vínculo afectivo debe ser determinante, fomentarse y fortalecerse a lo largo de los años
  • El afecto entre los miembros de la familia debe mostrarse abiertamente, para que los menores se sientan queridos
  • Se deben poner normas y límites, puesto que generan seguridad en los menores
  • Los menores deben participar en los procesos de tomas de decisiones que atañen a la familia, lo que les hará sentirse responsables, pero también escuchados y valorados
  • Se les sancionará cuando se porten mal, pero sin recurrir a castigos físicos o psicológicos
  • Amenazar, insultar, humillar o recurrir al cachete o bofetón no son maneras adecuadas ni eficaces para educar a los menores
  • Los conflictos se deben resolver sin violencia
  • Para que los menores estén bien, los padres deben estar bien, esto implica lo mencionado más arriba, el apoyo a las familias desde las administraciones públicas y otros actores de la sociedad