Conoce Atico34 - Solicita presupuesto
DerechosNuevas tecnologias

Neuroderechos: Qué son y su relación con la privacidad

El desarrollo y evolución de la neurociencia y la neurotecnología avanzan a un ritmo imparable; aunque suene a ciencia ficción, la capacidad para mapear nuestro cerebro, decodificar su información, ampliar nuestros sentidos o acceder a nuestros pensamientos y recuerdos está cada vez más cerca de convertirse en una realidad. Y es aquí donde deberán entrar en juego los neuroderechos.

En las siguientes líneas explicaremos qué y cuáles son los neuroderechos y por qué es necesario abordar una regulación de estos desde la ética y la deontología.

¿Qué son los neuroderechos?

Los neuroderechos son un conjunto de nuevos derechos humanos (o una progresión de algunos de los derechos humanos que ya se contemplan en la Declaración Universal de Derechos Humanos), cuyo objetivo es proteger el cerebro y su actividad, según avancen el desarrollo de la neurociencia y la neurotecnología.

La neurociencia es el campo de la ciencia encargado de estudiar el cerebro humano y el sistema nervioso, de cómo funcionan. Mientras que la neurotecnología es una rama de la neurociencia, en la que se aplican o usan tecnologías para registrar e interpretar la información procedente de la actividad cerebral. Si la neurociencia intenta entender, por ejemplo, las causas tras el Parkinson, la neurotecnología busca la aplicación de tecnologías en el cerebro que ayuden a superar o prevenir esta enfermedad.

El concepto de los neuroderechos surge precisamente por los avances que se están logrando en estos campos, especialmente en la neurotecnología en conjunto con tecnologías como la inteligencia artificial, y el potencial que tienen para no solo influir en las personas, sino en su propio comportamiento y en su propia personalidad.

Impulsados por la plataforma NeuroRights Foundation, los neuroderechos tienen como fin configurar un marco jurídico internacional de derechos humanos centrados específicamente en el impacto que la neurociencia y la neurotecnología tendrán en la vida y otros derechos fundamentales de las personas en un futuro ya no tan lejano. Esta Fundación también trabaja en el desarrollo e impulso de un código deontológico para quienes trabajan en neurociencia y neurotecnología e incluso una especie de juramento hipocrático, llamado Juramento Tecnocrático, para las empresas tecnológicas, que ya han mostrado su interés en las aplicaciones de la neurotecnología más allá de la medicina.

¿Cuáles son los neuroderechos?

Los neuroderechos propuestos por la NeuroRights Foundation son cinco, en concreto:

  • Derecho a la privacidad mental: De la misma forma que se protege la privacidad digital a través del derecho a la protección de datos, el derecho a la privacidad mental establece que cualquier neuro dato obtenido de la medición de la actividad neuronal, deberá mantenerse privado. En caso de que se vaya a guardar o almacenar, las personas deberán tener derecho a pedir que sea eliminado. Además, el uso de los neuro datos con fines comerciales deberá ser estrictamente regulado.
  • Derecho a la identidad personal: Este derecho tiene como objetivo garantizar que ninguna neurotecnología alterará la personalidad de los individuos, es decir, el sentido del yo, lo que nos define como personas (no entendida tanto como una usurpación de identidad, sino como un cambio de esa identidad). Cobra especial relevancia en el uso de la neurotecnología para la conexión directa entre la persona y las redes digitales, donde la línea entre la consciencia y las influencias externas se difumina.
  • Derecho al libre albedrío: Preservar la capacidad de las personas de tomar decisiones de manera libre y autónoma, sin que las neurotecnologías que puedan usar manipulen o influyan esa toma de decisiones.
  • Derecho a un acceso justo y equitativo al aumento cognitivo: Se trata de establecer regulaciones nacionales e internacionales para el uso de neurotecnologías que aumenten o mejoren las capacidades cerebrales (como puede ser el aumento de nuestros sentidos o nuestra capacidad de recordar). Así como regular el derecho a que todas las personas puedan acceder de manera justa y equitativa al uso de neurotecnologías para el aumento cognitivo.
  • Derecho de protección contra el sesgo: Se deberán incluir medidas que contrarresten y prevengan los sesgos en los algoritmos utilizados en el desarrollo de las neurotecnologías para prevenir la discriminación. El diseño de estos algoritmos deberían incluir las aportaciones de diferentes grupos de personas para evitar la replicación de los sesgos presentes en la sociedad en las neurotecnologías (como pueden ser el sesgo de género o el sesgo de raza o etnia)

Neuroderechos y privacidad

A tenor de la descripción de cada uno de los cinco neuroderechos, podemos ver la relación que existe entre estos y la protección de nuestra privacidad, especialmente de nuestra privacidad mental.

Las neurotecnologías tienen el potencial de acceder a nuestros pensamientos, analizarlos e interpretarlos asistidos por la inteligencia artificial, lo que abre todo un abanico de posibilidades no sola para saber qué pensamos, sino también para ver nuestros recuerdos o influir en ellos y en nuestro comportamiento. El proyecto Neuralink de Elon Musk tiene como objetivo, precisamente, el desarrollo de una interfaz neuronal bidireccional, es decir, que no solo estimule partes del cerebro, sino que también sea capaz de recibir e interpretar las señales provenientes del mismo.

Si ya estamos discutiendo sobre inteligencia artificial y protección de datos, así como del uso ético de la IA, la neurociencia y la neurotecnologías también deben entrar en ese debate, porque es necesario establecer unos límites basados en el derecho a la privacidad de las personas, y ¿qué hay más privado que nuestros pensamientos y recuerdos?

Si el análisis e interpretación del big data ya ha hecho posible la publicidad programática y dirigida, ¿de qué será capaz el marketing cuando la tecnología permita interpretar los pensamientos o sentimientos de una persona hacia algo determinado?, ¿se podrá usar para inducir a realizar ciertas compras o, más peligroso, influir en el sentido del voto de una persona?

La neurotecnología y sus aplicaciones suena a ciencia ficción, pero lo cierto es que ya hemos visto cómo el empleo de las nuevas tecnologías ha llegado a tener impacto en procesos electorales.

En ese sentido, la normativa de protección de datos podría extenderse y adaptarse para incluir en ella la protección y regulación de los neuroderechos o, como mínimo, el derecho a la privacidad mental, ya que hablamos de una información personalísima de los individuos, aquello que en gran medida nos define como quien somos.

neuroderechos

¿Existe una ley que regule los neuroderechos en España?

Aún no existe una ley de neuroderechos en España que los regule, pero sí que están contemplados en la Carta de Derechos Digitales publicada por el Gobierno en verano de 2021 y que supone una hoja de ruta para el desarrollo de futuras leyes en torno a la garantía de estos derechos.

Los neuroderechos están contemplados concretamente dentro de los «Derechos Digitales en Entornos Específicos», «XXVI – Derechos digitales en el empleo de las neurotecnologías».

Por lo tanto, puede que en un futuro no muy lejano, o bien tengamos una ley de protección de los neuroderechos en España o se incluyan dentro de alguna de las leyes existentes, como podría ser la LOPDGDD.

La regulación de los neuroderechos en el resto del mundo

En el resto del mundo el panorama es muy similar, con solo un país que ha entrado realmente a regular los neuroderechos en su ordenamiento jurídico, nos referimos a Chile.

Son dos los proyectos legislativos que ha impulsado sobre neuroderechos Chile. Por un lado, una reforma constitucional para establecer el desarrollo científico y tecnológico al servicio de las personas; en concreto una modificación del apartado 1 del artículo 19 de su Constitución Política, que dice:

El desarrollo científico y tecnológico estará al servicio de las personas y se llevará a cabo con respeto a la vida y a la integridad física y psíquica. La ley regulará los requisitos, condiciones y restricciones para su utilización en las personas, debiendo resguardar especialmente la actividad cerebral, así como la información proveniente de ella.

Y, por otro lado, un proyecto de ley sobre la protección de los neuroderechos y la integridad mental frente al desarrollo de la investigación y las neurotecnologías. Una de las cosas que se reconocen en este proyecto de ley, es la libertad de las personas para utilizar cualquier sistema de neurotecnología, quienes deberán dar siempre un consentimiento explícito, libre, previo, informado y por escrito, que, además, podrá ser revocado en cualquier momento.

Otras menciones a los neuroderechos aparecen en la Recomendación sobre Innovación Responsable en Neurotecnología, de la OCDE, o en el Plan de Acción Estratégica quinquenal centrado en los derechos humanos y en nuevas tecnologías biomédicas (que incluye la neurotecnología) del Consejo de Europa.

¿Por qué es necesario abordar la regulación de los neuroderechos?

Como suele ocurrir con el desarrollo de la tecnología, aunque su propósito inicial sea traer o dar nuevos beneficios a las personas y mejorar su calidad de vida (en el caso de la neurotecnología, sus aplicaciones en el ámbito médico son realmente importantes, ya hemos visto los primeros prototipos de prótesis que pueden «moverse con el pensamiento»), ese desarrollo también implica el riesgo de abusos o malos usos de dichas tecnologías (lo hemos visto con las redes sociales, los algoritmos y la distribución y expansión de fake news).

En lo que respecta a las neurotecnologías, su empleo tiene el potencial de acceder a nuestros pensamientos y sentimientos, analizarlos e interpretarlos e incluso alterarlos. Así lo demuestra uno de los experimentos desarrollados por el proyecto BRAIN, liderado por el neurocientífico Rafael Yuste (uno de los impulsores de los neuroderechos), que logró, a través de la implantación de unos electrodos en el cerebro de ratas, hacerles ver cosas que no estaban en realidad ahí.

Y ya hemos señalado más arriba la capacidad que tienen para vulnerar nuestra privacidad mental y emplear la información reunida a través de ella con fines poco éticos.

Puede que estos escenarios aún estén lejos de ser una realidad, pero los neurocientíficos están seguros de que acabarán produciéndose y por ello es necesario adelantarse a los malos usos y abusos que las neurotecnologías pueden traer consigo y regular los neuroderechos de cara a ese futuro, tanto a nivel internacional como nacional y, evitar, en la medida de lo posible, que las leyes vayan a la zaga del desarrollo tecnológico, especialmente en un área que traerá cambios sustanciales para la humanidad y que tiene, a su vez, un peligro potencial para la misma.

La ética y la protección de los derechos y libertades de las personas deben marcar los límites para el uso y aplicación de las neurotecnologías; comprender cómo funciona el cerebro y buscar soluciones y curas para enfermedades neurológicas y psiquiátricas, así como otras dolencias relacionadas con el cerebro y el sistema nervioso, es el principal reto y objetivo de la neurociencia y la neurotecnología, pero es necesario evitar que su avance y desarrollo se desvíe del camino ético. La regulación de cada neuroderecho forma parte de ese camino y es algo que gobiernos e instituciones deben abordar ya.